viernes, 16 de marzo de 2007

Niñez


Estado de plena conciéncia, eséncia pura. Auséncia de barreras q limiten nuestros sentidos.. vivir cada instante por aquello q presenciamos sin prestar atención a lo que sobrepase el mismo presente, el mismo instante.
Siendo niños la fusión entre uno y el todo es sencillo...no existen prejuicios, el disfrute con el entorno es pleno, no trasciende el tiempo, sólo aquello de lo que en ese instante disfrutamos. La inocéncia que jamás debería dejarnos sólos ante la vida, esa que tan repentina y subitamente perdemos.. aquella que nos acostumbra a hacer tanta falta en la vida, para envolvernos de comprensión, de empatía... esa que los niños emanan. Esas sonrisas gratuitas y al mismo tiempo de tanto valor que regalan sin recelo. Miradas penetrantes, sinceras y descalzas.
Todos llevamos al niño que fuimos en nuetro interior.

El niño interior es esa parte juguetona e imaginativa, amorosa y espontánea, creativa y amante de la aventura, curiosa, perceptiva, y sin embargo humilde y plena de admiración y gratitud. El niño interior confía en que tanto la vida como el universo le prodiguen lo que él les pida. Y no se limita a permanecer sentado, sin hacer nada, ya que se halla muy ocupado viviendo la vida y haciendo lo que le proporciona alegría.

El niño interior posee una gran sabiduría. El sabe lo que verdaderamente produce deleite. No piensa en términos de límites y no juzga a nadie por sus diferencias. El ayer no le provoca arrepentimientos, ni tampoco se preocupa de un mañana que aún no ha llegado. El gran poder del amor en su interior, capaz de resolver y disipar todo aparente problema, es su aliado y amigo. Y es eso lo que realmente eres cuando retiras las caretas de temor y las limitaciones.
"No dejamos de jugar porque envejecemos, si no que envejecemos porque dejamos de jugar"

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